Tras asegurarse que su futura esposa visualizó absolutamente todo, volvió al encuentro en el patio trasero. Había decidido entrar a buscar los peluches nuevos y alguna que otra cosa. Además, le causaba cierta pena escucharse y verse a sí misma, o aún peor, que otros la vieran. Al incorporarse, adornó la cabeza de su amada con una corona de girasoles mientras esta se encontraba sentada en una de las sillas de mimbre decoradas con flores. Depositó castos besos en su coronilla y mejillas hasta que, como había soñado e imaginado noches completas. Reclinó sus piernas hasta quedar arrodillada ante su mujer.
De su bolsillo no salió la distinguida cajita, sino un papel que había preparado para que sus nervios no la traicionen. Aún con la voz quebradiza, sus mejillas ardiendo, inició a leer.
— Como te expliqué en el video, por lo menos espero haberlo explicado ya que no quería escucharme mucho. Nuestra línea temporal es sumamente extraña. ¿Cómo caben dos cumpleaños en un año? Eso me hizo cuestionar cuantas vidas hemos vivido juntas. La realidad es que, no tengo la más mínima idea, pero me gusta intentar adivinar. Me fascina encontrarte en cada una de mis realidades, amour.
Desde Marsella, cuando inicié el kínder, recuerdo una niña que fue sumamente buena conmigo. Sus papás eran dueños de una pizzería y por eso la pizza fue mi comida favorita. Me gusta creer que eras tú y que me cuidabas cuando volvía a casa corriendo de tarde, o las veces en las que no podía volver. En mi primera clase de gimnasia, mi instructora me compraba helados al salir, también tenía lunares como tú, así que estabas ahí.
Y ni siquiera mencionemos la etapa en París, lo cerca que estuvimos y lo lejos que nos encontrábamos. Conocí a Sid en esa época y me encanta imaginar un pasado en el que estuvieras tú ahí, con nosotras en nuestra época funable. Pero no preocupes, mi época funable aún no termina, eso creo.
Y me pone muy feliz, no el ser funable, sino el pensar en las infinitas realidades y universos que hemos podido crear y encontrar juntas. En los viajes que nos faltan. En nuestra boda, en nuestros hijos, en tu jubilación y en la mía. En que mientras tú cuidas el huerto con los gatos yo abro una sala de póker y bingo en casa.
También nos deparan catástrofes y sé que la suma de nuestras horas en atmosfera deparará en la muerte. De otros, la tuya o la mía. Hasta que, como en esta vida, volvamos a nacer lejos de la otra para volvernos a encontrar y enamorarnos, enamorarnos una y otra vez.
Luego de 365 veces que lo hice dormida, te pido soñando despierta. ¿Me darías el privilegio de ser tu esposa, Jude? —
Solicitó entre leves sollozos mirando sus orbes y guardando el papel para sacar de su bolsillo esta vez, el anillo que como los anteriores, portaba Mercurio en su interior que, al romperse, sería mortal.